La Navidad es un tema recurrente que ya he tratado en diversos proyectos como en Navidad de Cristal por ejemplo que hablaba del contraste de las luces navideñas con las sombras que ocultan estas fechas.
En este proyecto fotográfico trato el tema del estrés navideño. Y es que de niño diciembre era de los meses más esperados del año. Vacaciones, comida, regalos… Todo era ilusión y diversión. Pero con el paso de los años cada vez me estresa más. Pensaba que era cosa mía, pero parece que es algo bastante normal. De hecho, tiene hasta nombre: Síndrome de fin de año.
Conforme el mes avanza se van sucediendo distintos tipos de estrés: como el emocional y el social, a los que se unen el provocado por la organización de las fiestas, la elección de los regalos y del menú, además de la decisión de dónde y con quién pasar las fiestas.
Fin de año se perfila en el horizonte como el “fin del mundo” y nos empeñamos en que todo cuadre a su llegada. El año está a punto de acabar y la mayoría de propósitos aun sin cumplir.
Al final, este cúmulo de situaciones estresantes nos hace vivir diciembre como un gran domingo anual, pero el vértigo que provoca el comienzo de un año es más intenso que el de comenzar una semana, y la Navidad nos termina pasando por encima como una lluvia de estrellas fugaces.
Fotolibro a la venta
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